OYE, DIOS

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Hoy me he levantado deprimida.

Ahora que soy consciente de que Lucifer sigue haciendo de las suyas, (no hay más que ver el panorama) y con él sus ayudantes, me asaltan las dudas y me preocupa donde podría descansar mi cuerpo espiritual si en el Cielo o en el Infierno.

Hasta ayer estaba segura y soñaba con que el Cielo iba a ser mi última morada, pero con tantas energías negativas que pululan en el ambiente, quien sabe qué o quién, se podría interponer en mi camino,y la verdad, no sé quién sería el ganador,pues un despiste lo tiene cualquiera, y soy consciente de que soy un alma muy deseada por el bien y el mal y quien me dice a mí que ese día Dios tiene el día tonto, y al final no sé dónde podría descansar mi alma. No me veo en el Infierno con tanto calor, eso debe estar que arde. Si voy al Infierno es por lo del despiste de Dios, no porque me lo merezca, que quede claro.

Creo que debo solucionar el asunto antes del desenlace, porque cuando me muera, bastante tendré con cargar con el muerto.

Voy a hablar con Dios para que me informe y no me pille desprevenida. Estoy dispuesta a morirme otro día que no esté previsto en el calendario si me garantiza que va a estar ahí para llevarme al Cielo.

Lo llamo: –¿Dios estás disponible para mí?

–Siempre lo estoy, ¿que te inquieta?, me responde.

Doy un salto en el sillón. Espero un par de minutos para recomponerme y me dirijo a Él.

—Oye Dios, ¿me puedes garantizar que voy a ir al Cielo?

—Eso dependerá de tus hazañas en la Tierra –me contestó.

Pues así no vamos —pensé.

—¿Y no podrías echarme un cable y avisarme con antelación? Por mí y por ti para que nadie te distraiga ese día y me acompañes al Cielo.—Tú puedes hacerlo jefe, solo tienes que mandarme un mensaje.

—¿Cómo lo prefieres, vía mail o burofax? –respondió el jefe.

—¡Debe tener el día gracioso!, –murmuré.

—¿Entonces qué me aconsejas que haga, jefe?

—Solo tienes que vivir haciendo el bien. Vive y olvídate del día. Yo intentaré estar a tu lado.

—¿Lo intentaras? Lo siento Dios, no me vale que, ¡lo intentarás!…, me produce mucho estrés que no me lo puedas confirmar. ¿Cómo voy a vivir sin saberlo?

—Tranquila, no te puedo dar datos de tu llegada y de cómo será, lo único que te puedo garantizar es que estaré cerca. ¿Te vale así?

—Pues no, no me puedes garantizar que estarás a mi lado y que me guiarás en el camino y no sé qué pensar.

—No, no te lo puedo garantizar, tendrás que arriesgarte, lo siento.

—¿Y te parece bien dejarme en ascuas, jefe?

El jefe soltó una carcajada universal.

—Es fantástico oír reír a Dios, —pensé.

—Qué bonito, tú riéndote y yo con ansiedad.

De nuevo se oyeron las carcajadas de Dios retumbar en el Cielo, y hasta los pájaros, asustados, emprendieron el vuelo perdiendo algunas de sus plumas.

—¿Sabes qué he pensado Dios?

—Te escucho.

—Antes quería que mis cenizas formaran parte del fondo del mar, pero he cambiado de opinión y ahora quiero que vuelen con el viento para poder acariciar de vez en cuando a mis seres queridos, pero claro como no sé cuándo me voy a morir y conforme está el asunto del cambio climático por aquí, quizá más adelante elija otro lugar y prefiero que descansen mis restos en otro planeta. Igual nos tenemos que trasladar. ¿Tú qué opinas, jefe?

—Yo no opino, eres tú quien debe decidir sobre tu cuerpo, yo me limito al infinito del Alma, que lo es Todo.

—Por si cambiara de opinión, ¿me puedes confirmar que existe vida en otros planetas?, nunca se sabe lo que puede pasar.

—Sí, existen, y también me ocupo de ellos, acuérdate que soy Dios y controlo el Universo…, bueno lo intento.

—Pues perdóname Dios, pero no parece que nos cuides mucho ni que todo lo que pase sea obra tuya.No sé para qué te pregunto, no me aclaras nada, no me das tu opinión. Solo escuchas.

—Escuchar es mi pasión.

—He pensado que, ya que eres Dios y podemos charlar como buenos amigos y, creo que pocos humanos pueden hablar contigo como lo hago yo, y ya, dada nuestra amistad y cercanía, bien podrías adelantarme algo del más allá.

—Tú ocúpate del más acá, y déjame a mí hacer mi trabajo.

—Pero si eres Dios no tienes trabajo, solo tienes que mover un dedo y se hace lo que tú quieras. Eso no es un trabajo, además, ¿tú cobras?

—No necesito que nadie me pague de la manera que tú conoces, para mí no existe el dinero, solo el Amor. Recibo Amor y con eso basta.

—Te repito Dios que a veces parece que me tomas el pelo, porque aquí la gente no se quiere mucho. Deberías ordenar que desaparezca la avaricia y la envidia, además de otras bondades, creo que nos iría mejor. Claro, ahora me vas a decir que esos pecados no son obra tuya, sino de Satanás.

—Así es, mi trabajo consiste en luchar contra el mal y en ello estoy, porque el mal también existe. Si solo existiera yo, nada malo os pasaría.

—Pues no sé a qué esperas para acabar con el diablo.

—No es fácil, ya sabes que el diablo antes era un ángel. Intento convencerle que vaya por el buen camino pero hasta ahora no lo he conseguido.

—Eso sí que es un trabajo duro Jefe. He pensado que ¿por qué no te das de alta en Facebook?, así recibirías muchos likes y conseguirías muchos más seguidores. Tienes que rendirte a las nuevas tecnologías. Si quieres, yo misma te puedo ayudar.

—Gracias por pensar en mí y por intentar ayudarme. No te preocupes, te olvidas de que soy Dios y puedo hacerlo yo, pero es una muy buena idea, lo pensaré.

—Bueno Jefe, me voy a trabajar que yo sí que me debo a un horario, ya sabes, otro día nos conectamos y charlamos que tengo muchas cosas en qué pensar.

—Te estaré esperando.

MAR Andreu

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