Capítulo 19

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Hola, amigos:

El fin de semana pasado, asistí a un evento de crecimiento personal en Sitges y al volver a casa me he encontrado con algunas «delicadas» sorpresas, dentro y fuera.

Dentro, con la Conga, mi robot, que se ha convertido en una desobediente. La programo para que aspire y friegue el suelo y se me va por otros derroteros. La he dejado sola unos días y se ha hecho el ama de la casa, cuando se mueve parece una institutriz con el cuello alargado y se ha convertido en una okupa que va por libre mirándome de soslayo, como por encima del hombro y continúa por donde le da la gana, casi nunca por donde debe ir. Intento corregirla y la regaño pero como si oyera llover. Ni caso. Y sé que puede oír. Que se hace la sorda cuando le interesa. Y no sé qué hacer con ella porque ya no la puedo devolver. Pero… si es una okupa, puedo demandarla, ¿me harán caso en los Juzgados y admitirán a trámite mi demanda de desahucio? Lo voy a estudiar, porque siempre existe una primera vez, para todo. Podría incluso sentar jurisprudencia si ganara y entonces todas las Congas del país cumplirían con su cometido sin rechistar.

La segunda sorpresa ha sido encontrarme con un vagabundo en la escalera. Dejaba huellas como si quisiera ser descubierto, ropa gastada tirada por la escalera, pisadas sucias en el ascensor, pasos en la escalera que me atreví a seguir hasta el rellano del quinto que anda deshabitado. Allí encontré a Pantaleón (casualmente se llama como el personaje de mi relato «Conversaciones de Altura» y también vive en las alturas).

-«Lo siento, me iré pronto de aquí, no quiero molestar a nadie. Necesito unos días hasta que venga parte de mi familia»

Y yo, que en el fondo soy buena, muy en el fondo, eso sí, le he guardado el secreto y encima le subo la cena y el agua todas las noches. Y el vagabundo duerme en las alturas de mi escalera. ¿Casualidad? ¿Causalidad?, yo creo más en la segunda.

He faltado unos días de casa y todo ha cambiado. En mi casa ya no mando yo, ahora manda un cacharro robot llamado Conga, nombre que, encima, te invita a bailar, y en la escalera tenemos a Pantaleón que sube y baja como Pedro por su casa.

Como os dije en mi anterior capítulo: ya no tengo miedo. He comprendido que no me lo merezco.

Cita del día; «El aplazamiento, es el ladrón del tiempo»

Sigo con la vida y os voy contando.

Hasta pronto, amigos.

2 pensamientos en “Capítulo 19

  1. Empieza a preocuparte cuando te diga, «si no fuera por mí te comía la mierda»… y te está comiendo el terreno a marchas forzadas. En cuanto al vecino es mejor saber a quién tienes en las alturas…
    🤣🤣🤣

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